La más reciente decisión de Néstor Lorenzo ha generado un sismo en el entorno de la Selección Colombia: convocar a Rafael Carrascal, mediocampista de América de Cali, en lugar de un delantero que reemplace a Jhon Durán, Rafael Santos Borré o Jhon Córdoba, todos ausentes por lesión o molestias físicas. El técnico argentino, que acumula cinco partidos sin conocer la victoria, optó por reforzar la mitad del campo en un gesto que muchos consideran conservador.
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La polémica es inevitable: ¿por qué reforzar una zona que ya cuenta con Jefferson Lerma, Kevin Castaño, Richard Ríos y Gustavo Puerta? Para Néstor Lorenzo, el motivo va más allá de nombres; es una declaración táctica. La presencia de Argentina al otro lado de la cancha, encabezada por Lionel Messi y sus secuaces, parece haber motivado una estrategia más defensiva que ofensiva.
Cifras que respaldan y también condenan la decisión
Los números recientes del mediocampo colombiano explican parte de la preocupación de Néstor Lorenzo. En el último juego frente a Perú, los encargados de cortar el juego no lograron ser efectivos en la transición al ataque. Ríos, Lerma y Castaño sumaron apenas algunas recuperaciones sin lograr convertirlas en oportunidades claras de gol. De hecho, Colombia no registró ni un solo remate al arco.
Carrascal, en cambio, brilla en la Liga Colombiana con América de Cali. Tiene un alto porcentaje de pases precisos, buen posicionamiento y capacidad de recuperación. El problema es que, en el ecosistema de la selección, su rol no está tan claro. Allí no tiene automatismos ni compañeros con los que tenga conexiones tan pulidas como en su club. Eso deja abierta la duda sobre su real aporte ante un rival tan poderoso como Argentina.
Una decisión basada en el miedo más que en la ambición
La lectura entre líneas es clara: Néstor Lorenzo no está pensando en ganarle a Argentina, sino en evitar una catástrofe como la que sufrió Carlos Queiroz en el 6-1 frente a Ecuador. Por eso prioriza la contención y busca cortar circuitos de juego, aunque eso le cueste profundidad ofensiva. Apostar por Luis Suárez y Juan Camilo «Cucho» Hernández en ataque, sin respaldo ni generación, parece más una esperanza que una estrategia.
El miedo puede ser comprensible, pero no inspira. La hinchada quiere resultados, sí, pero también valentía y claridad en el juego. Si Colombia sale a defenderse sin convicción, podría perder sin haber intentado competir. La presencia de Carrascal, lejos de ser un error, podría ser la pieza que le falta al mediocampo para recuperar y generar, pero su impacto será limitado si el equipo entero se enfoca solo en aguantar.
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